sábado, 22 de septiembre de 2012

El abuelo Pepe

 
 
 
 
El abuelo Pepe fumaba farias y se ponía un traje gris los domingos. Le llamaba rubia a su nuera, que siempre había sido morena, y de vez en cuando, cuando recorrer más de 100 km. en coche era viajar, se iba a pasar unos días con sus nietos.
 
Cuando salía del colegio y desde la cima de las escaleras lo veía en la acera de enfrente, la niña corría a su encuentro y caminaban de la mano de vuelta a casa, orgullosos, en silencio. Para aquellas visitas inesperadas también se ponía el traje gris, convirtiendo cualquier día de la semana en domingo. Le gustaba comer chocos con arroz y galletas Artinata.
 
El abuelo Pepe era orgulloso y presumido. Había sido zapatero, conductor de autobús y no sé cuántas cosas más. A la hora de comer, presidía la mesa y con un nieto a la derecha y otro a la izquierda, dirigía la conversación e instaba a la abuela a que llenase los platos una y otra vez. En cuanto terminaba, los niños saltaban de sus sillas para acercarle la faria y las cerillas y lo observaban fumar. El humo impregnaba la habitación y perfumaba las sobremesas de aquellos interminables veranos, grabando para siempre en la tierna memoria infantil el olor y el color del humo de la faria.
 
Cuando se hacía matanza y se llenaba la casa de gente que venía a ayudar, siempre apartaba dos filetes recién cortados del cerdo para prepararlos en la lareira y sentados frente al fuego, se buena cuenta de ellos, mitad hambrientos, mitad asustados por el espectáculo de sangre y hombres faenando, por la banda sonora de chillidos y cuchillos afilados.
 
El abuelo Pepe fumaba farias y se ponía un traje gris los domingos. Caminaba con porte erguido y la mirada humedecida por la edad y por la certeza de saberse querido.
 
El abuelo Pepe era mi abuelo. Me acuerdo mucho de él.

5 comentarios:

  1. Un homenaje a él que me ha hecho emocionarme.

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    1. Gracias. Seguro que algún día tus nietos te recordarán con el mismo cariño.

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  2. Que bonito lo has hecho!, me ha encantado y me gusta mucho como escribes. Siempre entro a leerte pero nunca dejo comentarios, aprendo mucho de ti y te dejaré mi huella a partir de ahora cuando venga. Bicos.

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    1. Agradezco tu visita y tus palabras. Siempre eres bienvenida, comentes o no, pero con cada comentario sumas puntos para un café ;-)

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  3. Me encanta, es precioso lo que has escrito, tu abuelo estaria emocionado al leerlo.

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