jueves, 3 de noviembre de 2011

... en los toros

Hoy es mi primera tarde de toros. Y claro, tengo que estrenarme a lo grande, en la cuna del toreo, aunque para ello haya tenido que hacerme mil kilómetros. Ea. Y aquí estoy, con mi minivestido de flores, que ya se empieza a pegar a la cara interna de los muslos, que estamos en Cai, shiquiyaaaa.

¿Esto cómo va? Puerta 13, vaya por Dios. Ah, no, ese 13 no sé qué es, porque me acaban de decir que es la puerta 4, fila 8, asiento 19. ¡Qué nivel! Numerado del todo. Bueno, pues demos la vuelta al edificio.

¿Pero qué pasa? ¡La poli! Tira pa’llá que hay jaleo. Ah, no, que entran los toreros. ¡Pero si casi no los dejan pasar! Y con esta caló, que se nos van a morir antes que el toro...

Ya está. Ya han llegado a la puerta. Mis amigos autóctonos me dan un cojín (¿¿??), una botella de agua y un gorro, porque resulta que la entrada es de Sol. Bah, a las 7 de la tarde poco sol va a hacer, ¿no? Si, ya, un poco más y me da una insolación. Es que estamos muy pegados, coño, que mira que soy bajita y no me entran las rodillas.

Tararí, tararí, tarará, tarariiiii.... chim pum.

Chinta, chinta, chinta, chintatachín, chinta, chinta.

¡Hay banda y todo!

Y no me entero de nada. Hay un montón de gente abajo y me explican que los maestros son los toreros y son tres. ¿Pero cuáles? Porque la corrida es goyesca y van todos muy elegantes. ¿Serán los de la corbata? Ah, no, que hay más de tres. Bueno, da igual, que conozco a uno del Hola.

Ahora sale un hombrecillo con un cartel, tipo combate de boxeo, pero menos sexy. Una pizarra dice: 495 kg. Madrimía.

Y sale el toro. EEEEEEEEEEEEEEEEEIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.

Todo el mundo grita y le dicen: EEEEEEEEEEEEEEEIIIIIIIIIIIIIIIII.

Y el toro flipa, claro. Y lo primero que hace es ir hacia los de azul marino en el burladero. Pero si esos son los maderos, coño. Ja,ja,ja, la gente se parte y ya empiezan a decir que los toros sí que saben a quién hay que intimidar. Hombre, el toro ve que todos van de gala y se confunde con los trajes. Normal, ¡me confundo yo!

Ya sale el torero pero se ve que el toro no gusta y la gente protesta. Le toca el turno a un caballo y no miro. Y sigue saliendo gente, ahora los banderilleros. Entiendo que si una banderilla cae, eso es malo. Que el toro caiga de rodillas, también. Y que se vaya a dar una vuelta mientras el torero le apunta con la espada, es peor.

Y empiezan a salir los espontáneos: “Mátalo, mátalo yaaaaaa, pero mátalo antes de que zalgaaaaaaaaaa.” “Quillo, que tenemo hat-ta los músicos dormíos”.

Y así, sin querer, se termina la jornada y la gente sale con la misma alegría con la que llegó, pero con 40 € menos en su bolsillo, que a mí, me duelen, porque tenía la esperanza de toparme con la Duquesa o con Bertín. Así que me vuelvo a casa con la misma idea del arte del toreo que antes (o sea, ninguna) pero con unas risas de más, que dicen que rejuvenecen.

¿Una cañita fresca? Ya me tardaba...


(enviado por Leria)

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