jueves, 9 de febrero de 2012

Rolling in the deep

Conduje toda la noche sin descanso, conteniendo el aliento, con la única compañía de una luna oronda y amarillenta que, impasible, proyectaba sombras abstractas sobre el capó de mi coche.

Apreté el acelerador en un intento desesperado por dejar mis miedos atrás, con los ojos resecos de mantener la vista al frente durante tanto tiempo y no dejé de conducir, curva tras curva, sombra tras sombra.

Cuando la ansiedad me martilleaba el pecho y mi corazón hacía más ruido que el viento que azotaba fuera, recordé un consejo de mi padre y me concentré tratando de tararear alguna canción para espantar el miedo. Un último árbol y habría llegado.

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