martes, 4 de enero de 2011

El canto de la rana


Últimamente oigo historias de mujeres inteligentes y hermosas con el corazón herido y el alma perdida que están dispuestas a perdonar afrentas y abandonos porque sí. Eso está bien, sin duda, pero creo que todas merecemos de vez en cuando algún acto heroico, un gesto dramático que nos devuelva la confianza en nosotras mismas, que le dé un poco de sentido al mal rato que nos han hecho pasar y sobre todo, que nos haga sentir mejor.

Así, tras una discusión acalorada, tras un comportamiento inaceptable o unas palabras poco acertadas, no veo qué tendría de malo que nos pidiesen perdón de rodillas o que nos tapasen los ojos y al abrirlos, nos encontrásemos en medio de una habitación llena de flores. Yo lo consideraría bastante justo.

No sé si es una consecuencia directa de la educación que hemos recibido, una herencia cultural o simple genética. Sé que abandonarse al amor es convertirse en la protagonista de tu propio melodrama y por eso precisamente, cuando alguien comete un error y como consecuencia, te hiere, merecemos alguna escena memorable antes de que caiga el telón. A veces no es suficiente con pedir perdón ni con arrepentirnos. A veces necesitamos que suenen violines y que quien nos ha hecho daño, esté por un instante, a nuestros pies.

Hemos ido creciendo creyendo en cuentos de hadas hasta que por edad y experiencia, descubrimos tristemente que por muchas veces que besemos a una rana, siempre croará. Sin embargo, no estaría mal que lo hiciese de manera acompasada, a ritmo de bolero…

8 comentarios:

  1. Niña, que preciosidad...

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  2. Las ranas que encuentro por los arroyos no saben de música... se pasan los días agazapadas mientras esperan que una libélula brillante y despistada se pose cerca de su charca para arreglarse el pelo con el reflejo del agua.
    Justo en ese momento alargan su lengua inmunda y hacen desaparecer la purpurina de sus alas... y una décima de segundo más tarde, vuelven a alargarla y le arrancan el corazón.

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  3. ¡Éso, éso, a ritmo de bolero por lo menos.
    ¡Cuánta razón tienes, querida!

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  4. David Gray - Please Forgive Me Live

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  5. Perdóname, perdóname, perdóname, donde yo vivo hay tres lagos preciosos, en uno de ellos, mis hijos van a coger ranas para jugar un ratito con ellas y después soltarlas, pues bien, antes de que naciesen mis niños yo iba a hacer exactamente lo mismo, y una vez tuve la gran suerte de que a una la besé en los labios, y se convirtió en príncipe... Y ME CASÉ CON ÉL, y es el padre de mis hijos, y ahora perdóname que te diga NO croa,(a veces ronca), pero no croa nada, y además es muy guapo...su piel demasiado suave para mi gusto, pero por lo demás está fenomewnal...
    Así que NO TODAS CROAN.
    Besos.
    Ana.

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  6. Ana, yo creo que el tuyo era príncipe antes de que lo besases. Sólo se había disfrazado de rana porque sabía que te gustaba jugar con ellas y después soltarlas.

    A mí no me molesta que croen, que conste. Lo que me verdaderamente me fastidia es no ser una princesa ;-)

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  7. hola guapa! gracias por comentar!!!
    me encantan os cuentos de prncesas, pero hay que reconocer que no siempre son verdad :(

    un besiño grandote!

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  8. De ilusión también se vive,desear un perdón,esperarlo mucho tiempo si al final no llega es doloroso,pero eso también nos hace bajar a la realidad y ver que no es lo mismo lo que deseas que la vida real

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