jueves, 18 de marzo de 2010

Oscura Clara

Cuando la vi atravesar la puerta, supe que venía para quedarse. Arrastraba su maltrecha maleta de piel marrón como si dentro almacenara todo el peso de su desdicha. Hasta entonces había procurado no permanecer a su lado más tiempo del imprescindible y es que cuando la conocí ya era una persona gris, de las que por mucho que claven sus ojos en los tuyos, no te devuelven la mirada.

Clara extiende el manto negro de la perceptible oscuridad que es ella misma sobre todo lo que abarca, ensombreciendo lo que no alcanza, acallando las risas, marchitando la esperanza. No sé de dónde viene su tristeza y he terminado por pensar que siempre ha estado allí, que forma parte de ella y que le ha robado el alma.

Odio a Clara.

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