
Mi amiga Pepa utiliza mucho esta palabra y lo hace con su gracejo natural y el acento heredado de su bonita tierra sevillana.
Cateta podría ser la niña rusa que acaba de mudarse al vecindario. Es la primera rusa gorda que conozco.
Recuerdo que mi abuela solía hacer pastel de cateta y mi hermano y yo intentábamos sin éxito alguno comernos un trozo caliente. Ella siempre nos lo impedía porque, como todo el mundo sabe, las catetas calientes provocan un fuerte dolor de barriga.
Para que lo sepáis, yo siempre llevo una cateta en el bolso, por lo que pueda pasar.
Dime, ¿a qué te suena a ti cateta?