domingo, 18 de noviembre de 2012

613materika

 
Me gustó el nombre del blog y el diseño de la cabecera pero lo que me enganchó definitivamente fue su presentación.
 
Soy diseñadora gráfica y he trabajado durante muchos años en
diseño en el sector cerámico
[nooo, no soy ceramista]

Pero con lo que más disfruto es experimentando con materiales, creando cuadros con diferentes texturas, combinando efectos con brillos y mates y haciendo que podamos ver una imágen de diversas formas según la incidencia de la luz.

Siento debilidad por las Letras y los números (ya lo iréis viendo)

Me encantan la decoración infantil y los ●libros ilustrados

Alucino visitando blogs llenos de magia y pequeños detalles que, de verdad, de verdad......me emocionan

Y lo más importante,
tengo dos preciosas niñas que comparten mi pasión por los colores y los trabajos artesanales;
tenemos un mundo maravilloso repleto de fantasía y creatividad,
y en él somos mandrágora, arlet y anakleta

Esperamos que nos visitéis muy a menudo y nos dejéis vuestros comentarios (¡que ilusión!)

ah!!...y no olvidéis... ser felices

 
Alguien con tanto arte e imaginación para crear un universo paralelo en el que maternidad y creatividad caminan parejas merece toda mi admiración… ¡y mi envidia!
 
Os invito a que visitéis su blog y ya me diréis qué os parece.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La Callas, una invitación a la ópera

Un libro, un CD
Quien ha escuchado alguna vez a María Callas interpretar una aria, no dudará en intentar acercar a sus hijos al complejo y maravilloso mundo de la ópera. Para ayudarles a apreciarla, en este libro se explican de manera sencilla las óperas más conocidas que interpretó “la divina”: La Traviata, Norma, Tosca, Madame Butterfly y La Boheme.
Al principio y al final de la obra, nos encontramos algunas páginas para descubrir a Maria Callas y la ópera italiana, así como la letra de todos los fragmentos musicales del CD, que incluye 55 minutos de música.
Se hace el silencio... las luces se apagan... y  se levanta el telón.
 Para padres e hijos
 
Título: La Callas, una invitación a la ópera
Texto: Françoise de Guibert
Ilustraciones: Nathalie Novi
Editorial: Kókinos
ISBN: 978-84-96629-96-7
Páginas: 58

 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

La rápida



Con menos frecuencia de la que me gustaría, y no por falta de ocasión, si no por lo variado de mis pasatiempos, visito blogs llenos de creatividad, buen gusto y elegancia. De la mano de sus creadores, viajo hacia urbes importantes, visito tiendas que parecen museos y locales que parecen tiendas. Luego, desconecto mi ventana glamurosa, apago el ordenador y dedico alguna tarde que otra a “hacer recados”.
Lejos de frecuentar lugares de arquitectura vanguardista regentados por personas arriesgadas y emprendedoras que han cumplido su sueño, yo voy a La rápida. El nombre en sí, ya es para morirse. No es en francés, ni en inglés, ni el Baúl de Fulatina, ni el Atelier de Menganita. Es La rápida, una zapatería de las de toda la vida.
Tras el mostrador, no hay piercings ni estética boho chic ni nada que se le parezca. La señora de la casa, con mandil de cuadros y junto a ella, otros tres miembros de la familia, hablan del pescado del día. Malasaña está muy lejos de sus pensamientos. Nueva York, ni te cuento.
No te obsequian con un Nespresso mientras esperas a que tomen nota en el ordenador de tus arreglos. Te preguntan qué quieres y tu nombre, y en una hoja blanca adhesiva, lo escriben, lo cortan con la mano y te lo pegan a la suela de tu sandalia, bota o zapato de donde ya no serás capaz de quitarlo nunca. Y si te van a poner suelas, lo pegan dentro y arreglado.
No tienen página en Facebook, ni cuenta en Twitter, blog o tablón en Pinterest pero tu calzado puede volver a parecer nuevo si pasa por sus manos. No hay ticket para ir a recoger tus zapatos ni te avisan por Whatsapp cuando han terminado con el arreglo. Esperas unos cuantos días, pasas por allí, dices tu nombre y como normalmente no encuentran tu calzado, atraviesas el mostrador y pasas a la trastienda. Allí, el zapatero, arregla zapatos. No es glamuroso. Ni siquiera está bueno. Es un señor, el marido de la señora del mandil de cuadros. Un zapatero de los de toda la vida, con mandil de plástico y uñas negras. No hay cajas de fruta pintadas de color mint, ni estanterías Expedit con bonitas cajas de mimbre donde los zapatos esperan cómodamente a que los vayas a buscar. Hay estantes de pared a pared con una clasificación sencilla: HOMBRE, MUJER. Y dentro de cada categoría, dos subgrupos: MARRON, NEGRO. Ahora ponte a buscar lo que has ido a recoger y si dudas, mira la suela. Esa pegatina es a prueba de bombas.
No te meten el calzado en una bolsa de papel kraft decorada con blondas. Probablemente sea una bolsa de Mercadona reutilizada lo que te acabes llevando. Luego pagas y te quedas a cuadros, como la bata de la señora, cuando te dicen el precio. Obviamente, no te han cobrado el Nespresso de recepción, las horas extras del personal ni la visión del zapatero mazizorro. Sólo es una zapatería. Arreglan bien los zapatos, cobran poco y además, en navidades, te dan a escoger entre el calendario de bolsillo de los gatos jugando con ovillos de lana (lo juro, siguen haciéndolos) o el del bombero semidesnudo. No tienes que colgarlo en tu muro ni hacerte seguidora ni entras en ningún sorteo. Vas, escoges y te lo llevas.
Después de tanto glamour virtual, tampoco viene mal una dosis de realismo y de naturalidad, para no olvidar quienes somos ni de dónde venimos. A mí, personalmente, me encanta La rápida. Y qué bien le sienta a la señora ese mandil de cuadros.

jueves, 8 de noviembre de 2012

7 días sin Cuco

 
Por motivos de salud, he estado unos días ingresada. Afortunadamente, todo ha salido bien y aunque sigo de baja, ya estoy recuperada. Han sido 7 días de nervios y bastante soledad. La primera vez ingresada, salvo los dos días de rigor tras el parto. La primera vez lejos de mi familia. La primera vez que paso más de 24 horas sin Cuco.
 
Podría acostumbrarme a que me trajesen el desayuno a la habitación todos los días.
 
Podría acostumbrarme a pasarme el día en camisón.
 
Podría acostumbrarme a acostarme y no pensar en que me ha quedado una lavadora por tender.
 
Pero espero no tener que volver a pasar tantos días sin ver al Sr. Cuco. Ha sido lo más duro de todo.