jueves, 27 de mayo de 2010

Orejas de mariposa


-¡Mara es una orejotas!
-Mamá, ¿tú crees que soy una orejotas?
-No, hija. Tienes orejas de mariposa.
-Pero ¿cómo son las orejas de mariposa?
-Pues son orejas que revolotean sobre la cabeza y pintan de colores las cosas feas.


Tener las orejas grandes, el pelo rebelde, ser alto o bajo, flaco o regordete... Hasta la característica más nimia puede ser motivo de parodia entre unos niños y otros. Por eso es necesario un libro que les demuestre a todos, tanto a los que dan como a los que reciben algún comentario despectivo, que ese tipo de comportamientos son reprobables.

Independientemente del mensaje, llaman la atención las ilustraciones que mezclan pincel con collage. Un libro lleno de color y sentimientos que nos dice que son precisamente todas nuestras pequeñas características las que nos hacen únicos.

Recomendable a partir de 6 años.

jueves, 20 de mayo de 2010

Pelderoque


Es una palabra tan útil que he tenido que inventarla para que fuese verdad.


Pelderoque es "lo que cuelga" y que no sabes muy bien cómo definir o a lo mejor sí sabes, pero te parece aburrido decirlo.


En una época en la que el bolso de mano es clutch y los zuecos de toda la vida ya ni me acuerdo cómo los llaman, reivindico la validez de la palabra pelderoque. Es divertida y además, tiene muchas acepciones.


Yo la utilizo para denominar a los pompones de las medias de mi hijo. Y tú, ¿para qué utilizarías la palabra pelderoque?

miércoles, 12 de mayo de 2010

La vuelta al cole



Ayer pasé por delante de mi colegio. No es la primera vez que lo hago pero ayer pasé y me paré. Vi la escalinata que tantas veces subí corriendo porque llegaba tarde a clase, la balaustrada de piedra donde nuestras revolucionadas hormonas se apoyaban para ver pasar los autobuses de los colegios de niños.


Había una monja a la que llamábamos "la pasa" por lo arrugada que estaba, la "madre presenta", que no sé si se llamaba así realmente o era su mote por ser la portera. Recuerdo el día que la directora me dio una espátula y me hizo recoger 20 chicles de los que estaban pegados en el patio porque me cazó con uno en la boca, a pesar de que estaba prohibido. Una de mis amigas fue a comprar y nos pusimos todas a mascar, tira al suelo y pisar chicles cheiw de fresa que le llevé a su despacho. Por supuesto, no coló, y me tocó despegar 20 chicles más por tramposa.


Recuerdo remangar la falda del uniforme al salir de casa y volver a bajarla al llegar al colegio, la lengua verde por los chupas marcianito de kiwi que comprábamos en el kiosko de Marisa, las carpetas con recortes de la super pop. Tengo muchos buenos recuerdos de mi época escolar.

¿Qué recuerdas tú?

viernes, 7 de mayo de 2010

Calabobos


Hoy la lluvia huele a polvo. Tras varios días de sol, se había acumulado la primavera en las aceras y ha tenido que volver la lluvia para barrerla desconsideradamente. A ese fino manto transparente que va cayendo de manera casi imperceptible le llamamos calabobos. Las gotas saltan alegremente y balanceándose en su descenso, nos hacen creer que no llueve. Millones de compañeras celosas bajan a acompañarlas y nos cubren los hombros, brillan perladas en el pelo y se acumulan en los cristales formando minúsculos lunares opacos. Da igual lo que parezcan. Mojan.