viernes, 26 de febrero de 2010

Otro día

Hay un trozo de mí que habla y ríe y sueña y juega. Me enfada y me hace reír, me da muchos abrazos y a veces, me araña.

Hay un pedazo de mí que no sabía que me faltaba y ahora, ya lo tengo. Le llamamos Cuco.

Ayer por la noche, antes de dormirse, me dijo todo serio: "Otro día te voy a comer a besos"

Ojalá hoy sea ese día.

jueves, 25 de febrero de 2010

No puede ser tan complicado…

Sólo a mi se me ocurre querer comprar una radio despertador. Tenía que hacer un regalo y pensé que era buena idea así que al salir de trabajar y antes de comer, me dirijo a unos grandes almacenes. Espero a que me atiendan y comienza la aventura. Tras decirle al dependiente lo que quiero, se queda mirando la vitrina. Eso ya lo he hecho yo y no funciona. Luego se pone a leer las cajas sin ningún disimulo, acercando peligrosamente la cara a la puerta de cristal. Eso también lo he hecho yo.

De repente señala uno de ellos y me dice que en ese se puede poner una foto. Fantástico, pienso en voz baja. Sigue mirando cajas cuando se gira triunfante sosteniendo uno en la mano y me dice que es el que tiene él y que las luces son de colores. En ese momento no sé si sacar un caramelo del bolso y dárselo o simplemente lamentarme por haber ido sin comer. Escojo la segunda opción y añado que es muy bonito pero que no es lo que busco. Algún mecanismo ha debido ponerse en marcha en su cerebro que decide abrir la vitrina. Bien, vamos avanzando. Pero no, espera, que ni sabe qué llave es, ni cómo se mete en la cerradura ni para dónde se gira. Pide ayuda y creo que es lo primero que ha hecho bien desde que empezó a atenderme. Abre la puerta, saca uno de ellos e intenta enseñarme sin éxito dónde se meten las pilas. Da igual, sólo puedo pensar en el bocadillo de jamón que llevo en el bolso.

Escojo uno que parece ser lo que busco, cansada, hambrienta, arrepentida… y él me pregunta si me importa que me dé el que está en la vitrina. Pues claro que me importa calamidad, tiene el precio pegado, está manoseado, lleno de polvo y te he dicho que es para hacer un regalo. Pero aunque no tengo fuerzas para decírselo, debe de notárseme en la cara la crispación así que afirma que tiene que ir al almacén. Ahí ya concluyo que he hecho mal, que una colonia siempre es un buen regalo. El chico tarda, y yo miro el reloj, abro el bolso para comprobar que sigue ahí el bocadillo y veo venir a lo lejos al dependiente con las manos vacías. No me dice nada, ni yo a él. Vuelve al almacén acompañado por una compañera y no transcurren ni dos minutos cuando regresan con uno en la mano. Tengo ganas de abrazarlo.

Mientras me cobra, pienso en cuándo llegaré al coche y podré ocuparme del bocadillo. Me lo envuelven para regalo y me voy con la bolsa en la mano pensando que he superado la prueba, que he estado muy bien y que me alegro de no haber perdido los nervios. Pero cuando por la noche hago entrega del regalo, le ponemos las pilas e intentamos sintonizar las emisoras, descubrimos que no hay rastro de la radio. Me han vendido un despertador, sin más. Ni fotos, ni luces de colores, ni Cadena Dial. Es un despertador.

Mañana voy a devolverlo. Por supuesto, después de comer.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Palabras en el espejo

Hay palabras que me gusta decir aunque sea para mí, en un susurro. Me encanta la palabra farragoso. Apenas la utilizo pero está ahí, como el pasaporte, por si me hace falta. Si me miro al espejo cuando la digo, se me pone boca de O mayúscula.

Farragoso suena a personaje de cuento infantil. Podría ser el duende que se cuela en la habitación de los niños por las noches y les hace cosquillas en los pies con una pluma de oca gris. O tal vez sea un sapo azul y pestilente que escupe un veneno que te paraliza y te nubla la vista. Había un tabernero bonachón con acento andaluz que respondía a ese nombre, o eso me parece recordar.

Dime, ¿a qué te suena a tí?

martes, 23 de febrero de 2010

Comienzos

Hoy es un buen día para empezar este blog. Podría haber escogido cualquier otro pero no es casualidad que sea éste. Hace 8 años empecé un proyecto de vida junto a la persona que me ha animado a crearlo. Sé que será mi lector más crítico, que muchas de las cosas que escribiré no le gustarán y también sé que me enfadaré cuando me lo diga. Así que tiene que ser para él mi primera entrada porque a partir de aquí, no sé a dónde voy ni quién me acompañará. Bueno, seguro que él sí lo hace.